martes, 10 de enero de 2017

Celos femeninos

CELOS FEMENINOS sacado de la web ya extinta "El rincón luchístico femenil"
Por María López.



Pelea de colegialas:

Una pelea de mujeres por un hombre, es como una violenta tempestad con rayos que todo lo electrifica y al mismo tiempo una extraña mágia envuelve la batalla”. La siguiente historia ocurrida en España, fue relatada por la protagonista que llevó la mejor parte en los hechos. Entre otras cosas demuestra una vez más, que la única forma en que dos mujeres rivales pueden ponerse de acuerdo, es después de una pelea. 

Elisa es una mujer rubia, atractiva y curvilínea para sus 43 años. Una de sus “amigas era Rosa, una sexy pelirroja un año mayor que ella. Precisamente esta mujer había aceptado dialogar conmigo en un bar sobre su experiencia. Sus maridos habían hecho una buena amistad y los fines de semana de ese verano los cuatro concurrían a una casa a las afuera de la ciudad. Naturalmente entre los varones había una excelente relación. En cambio entre ellas apenas se toleraban y casi no se hablaban. El problema databa de muy lejos. Ellas en su juventud habían sido rivales y algunos celos aún existían. Cuando tenían 18 y 19 años respectivamente, se habían disputado el amor de un joven muy atractivo. Un día, se desafiaron en el colegio y midieron sus fuerzas en un salón a puertas cerradas. Fue una pelea muy violenta. Varias veces rodaron agarradas por el suelo esforzándose por conseguir humillar a la otra ante no menos de 15 chicas que las alentaban. Una maestra que sabía el motivo del duelo cerró con llave la puerta y se abstuvo de intervenir. Minutos después, Rosa con certeros puñetazos derrotó a su rival. Fue emocionante montarse encima de Elisa, inmovilizarla y para goce de las amigas obligarla a reconocer que ese muchacho ahora era de la vencedora. Finalmente Elisa supo por primera vez, lo que se siente cuando la que gana le apoya sus bragas húmedas en la boca. ¡Estaban aprendiendo a ser mujeres de verdad...!! y fue la gloria.

Mientras bebíamos un café, Rosa en su relato estaba muy orgullosa. Desde temprana edad había demostrado ser la mejor en una pelea de hembras por un hombre. Sentía un ardor profundo por el triunfo y esa misma noche disfrutó con el codiciado varón como debe ser. Ahora era todo de ella. Pasaron los años y las dos se casaron con hombres diferentes. Pero Elisa jamás le perdonó ese despojo y nunca olvidó la humillación sufrida delante de sus compañeras.

Pelea de adultas:

Un sábado los dos matrimonios dicidieron ir a la casa de fin de semana. Los hombres prepararon sus cañas de pescar y dejaron solas a las dos señoras. Elisa y Rosa siempre les gustó competir, entonces se pusieron sus bikinis y se sentaron para tomar sol. De pronto la rubia le dijo a Rosa: “Pasaron casi 25 años y aún recuerdo el día que después de una pelea me arrebataste mi novio y luego fuiste su amante...” ¡Oye...Me gustaría que después de tantos años me des la revancha... ¿Una pelea........mmmmm...? Claro... Siempre me gustó pelear por un hombre. Soy más mujer que tu y te ganaré como entonces...!! Respondió la pelirroja. “Eso lo veremos, encanto.....” Sonrió Elisa comenzando el juego de la provocación. Las dos estaban sentadas con las piernas cruzadas, mostrando unos hermosos muslos macizos y al estar solas habían descubierto sus pechos para un mejor bronceado. “Lástima que mi marido no esté aquí..!! Comentó Rosa. “El tiene la fantasía de verme pelear con otra mujer. Se volvería loco cuando vea como te golpeo.... “Me encantaría que lo intentes...” Respondió la rubia. Las dos se pusieron de pie y para evitar miradas indiscretas, decidieron pelear en el comedor. Luego de correr algunos muebles, estaban ya suficientemente excitadas y preparadas para luchar. Las reglas eran las mismas de cuando tenían 18 años. Ya no lucharían por la supremacía sexual, sino para ver quien era la mejor para pelear. Elisa quería cobrarse una vieja deuda y Rosa deseaba demostrar que siempre fue superior a la rubia. Afortunadamente nadie había que pudiera interrumpir el combate. Aunque no lo habían mencionado, su ilusión era dominar largamente a la rival y humillarla. De esa forma no habría dudas sobre quien ganó. Semiagachadas y vistiendo sólo la parte inferior de la bikini, comenzaron a hacer círculos una frente a otra. Se miraban a los ojos y buscaban la mejor ocasión para atacar. La seriedad de los rostros y los duros pezones indicaban que sería una lucha de hembras.

Con inusitada ferocidad se agarraron de lo pelos intentando tirar al suelo la una a la otra. Pronto, una zancadilla hizo que cayeran pesadamente sobre la alfombra y rodaran varias veces por ella. Con gran rapidéz las manos atacaron los pechos y se sumergieron entre las bikinis para provocar un dolor paralizante. Las piernas se agitaron en el aire y las dos gritaron cuando los dedos buscaron las partes más sensibles. Mientras rodaban, Elisa aprovechó la inercia y de un salto logró montarse sobre Rosa y nerviosamente exclamó: ¡Ya eres mía, ya eres mía..!!. Pero Rosa no iba a dejarse tan fácilmente y con un furioso arqueo de su cuerpo desmontó enseguida a su rival que cayó a su lado. La pelirroja sonriendo, se lanzó sobre Elisa para montarla, pero ésta se apartó y se esfumó. Las dos se pusieron de pié otra vez. Las adversarias habían olvidado su edad. Con los pechos desnudos, el pelo desordenado y algunos hematomas volvieron a la carga. ¡Serás mía .....te dominaré..!! Aseguraba Elisa, soñando con tener inmovilizada a su vencedora de antaño. ¡Ni lo pienses......no tendrás ese gusto..!! Contestó Rosa al tiempo que con una patada en el tobillo, derribó a Elisa de espaldas en la alfombra. ¡Ahora si..!! Gritó Rosa mientras se lanzaba en pompa con las piernas abiertas encima de Elisa que no pudo evitarlo. Un grito de dolor profierió la rubia cuando su enemiga cayó sobre ella. Una vez más, Elisa estaba tumbada boca arriba y Rosa se ponía, de momento, montada sobre su estómago y le sujetaba sus muñecas contra el suelo. “Ja ja....reía Rosa.......¡ahora viene lo mejor.....!! Con avidéz sus rodillas buscaron los brazos de la agobiada Elisa para inmovilizarla. ¡No...noo...!! Se debatía la rubia impidiendo que Rosa lograra acercar las rodillas a sus mejillas. ¡Siiiii...!!! Disfrutaba Rosa, viendo próximo el placer de tener totalmente en su poder a su rival de siempre.

¡Ya estás...!!! Chilló Rosa al conseguir atrapar la cara de Elisa entre sus muslos. Estaba montada cómodamente como una colegiala inmovilizando a su rival. ¡Ya te tengo...Yyyuuhuuuu....!! Se divertía Rosa, meneando las caderas al mismo tiempo que apoyaba el triángulo de sus entre piernas en el mentón de su adversaria. La rubia veía la ranura vaginal de su adversaria que apenas cubría la tela y tenía miedo. Pataleaba, pero era en vano. La pelirroja mirándo a los ojos le dijo: ¡Y ahora, cielo........dí que te rindes...!!! ¡No...nunca...!!! La proximidad en la cara del sexo enemigo es algo que ninguna mujer tolera. Entonces, tras 5 minutos de sufrimiento la rubia dijo: “Si...siiii...me rindo..! ¡Suelta! ¡Dilo otra vez, dilo tres veces ...!!! Ordenó la vencedora. ¡Basta...me rindo, me rindo....me rindo ...!!! Rosa disfrutaba como nunca. Sentía un enorme placer sentada encima de los pechos de su rival....a solas con ella en el comedor semioscuro. Sabía que podía estar montada dominando a Elisa todo el tiempo que quisiera. ¡Pideme perdón, encanto....!!!. ¡Perdón, perdón....suéltame que me ahogas...!!! ¡Dí que te rindes una vez más y te dejaré levantar...!!! ¡ME RINDO...!!! 

Ataque a traición: 

Rosa, había disfrutado tal vez más de 20 minutos y como en las viejas épocas había demostrado ser nuevamente la mejor. Entonces se incorporó y liberó a su rival. Estaba tratando de cubrirse los pechos, cuando la rubia intentó atacarla a traición. La pelirroja tuvo buenos reflejos y sin dejar aproximarse a su enemiga le descargó un fuerte puñetazo sobre el rostro. La cabeza de Elisa golpeó contra la pared y cayó al suelo sin sentido. Se encontraba caída con los brazos abiertos. Pero había algunos movimientos en sus extremidades. Rosa estaba indignada. Debía darle un escarmiento humillante de esos que no se olvidan. Se quitó la parte inferior de su bikini, cogió un cuchillo y sin pensarlo mucho se sentó en el rostro de su enemiga. La pelirroja había aprisionado con sus rodillas los brazos de su víctima, estaba toda desnuda y esperaba que reaccionara de su KO. 

Elisa tenía su cara cubierta por un espeso y húmedo manto de vellos, cuando abrió sus eterrorizados ojos. Se encontraba inmovilizada y sus fuerzas la habían abandonado. ¡Estaba a mercer de su rival...! Fue entonces que la vencedora le mostró el cuchillo y le dijo: “Ahora te quedarás quieta y me darás placer o te marco la cara de por vida...” La rubia tenía sus labios sellados por la presión del sexo de Rosa. Sólo podía murmurar y de nada sirvieron las súplicas. El cuchillo no dejaba de amenazar y entre sollozos la rubia fue forzada a obedecer. Los ojos de quien estaba arriba se entornaron de placer cuando la lengua de su rival se abrió paso y comenzó a acariciar sus partes más íntimas. Luego de humillarla por más de 15 minutos, le dijo: ¡Esto es para que sepas que ese hombre fue mío porque siempre fui la mejor hembra para pelear y la mejor para hacerlo gozar...!!! Luego se levantó de su placentera posición y la dejó libre. Elisa estaba al borde del colapso nervioso. Tenía su cara humedecida y sufría nauseas. Totalmente avergonzada se encerró sollozando en su habitación. Cuando los maridos regresaron y se enteraron de lo ocurrido, sabiamente decidieron no intervenir en los asuntos de las damas. Sólo lamentaron no haber estado presentes y hasta pensaron en una revancha. 

Epílogo:

Elisa, no tenía heridas visibles, pero es conocido que conservará por muchos años una cicatriz psicológica que la atormentará. Su eterna rival le había producido un shock emocional y nunca más la quiso volver a ver. En su relato, Rosa revivió los hechos con inocultable placer y es de las que piensan que es muy femenino pelear por un hombre. Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando detalló la humillación de su rival y agregó que es el tratamiento que se estila. Yo casualmente pienso igual que Rosa. Cuándo la pelea es por un hombre, ¿a qué mujer no le gusta ganar de esa manera...?


Un beso de María López.