RELATO DE ANDREA, RECOGIDO DE LA WEB "EL RINCON LUCHISTICO FEMENIL"
El presente relato es verídico y
corresponde a la continuación de la historia titulada "Mi primera
experiencia". Transcurría el mes de Enero del 2001 en la ciudad de
Asunción (Paraguay) y luego de un desafío telefónico acordamos volver a pelear.
Era un verano agobiante con temperaturas cercanas a los 40° C y ese domingo
llegué a las 3 en punto de la tarde a la casa de Ana. Yo estaba ansiosa por
iniciar nuestro combate y calculaba que ella también. Toqué el timbre y mi
adversaria en persona me atendió.
- Hola. Me dijo y me dio un beso en los labios.
Estaba realmente hermosa. Se encontraba descalza y vestía una musculosa blanca
con un short de jean muy corto. Entré rápidamente y miré alrededor con
curiosidad. El living era amplio y estaba cubierto por una alfombra muy tupida.
- ¿Quieres tomar algo..? Me preguntó.
- Algo fresco, Le contesté
- ¿Jugo de naranja..?
- Está bien.
Desapareció saliendo por una puerta donde llevaba a la cocina. Observé
detenidamente el ambiente. Me quité el reloj y los anillos. Finalmente me
descalcé conservando mi minifalda y una remera liviana. Fui hasta la cocina
despacito. Ana estaba sirviendo jugo de naranja en un vaso largo de cerveza. No
escuchó cuando entré. Tampoco me vio porque se encontraba de espalda a la
puerta. Cuando terminó de servir el jugo lo dejó sobre la mesada. Luego se lavó
las manos en la mesada. Justo en ese instante la tomé de la cintura y la
abracé. Introduje mis manos por debajo de su remera y le toqué los senos.
- ¡Hey....! Exclamó sonriendo.
- No te olvides que viniste a pelar. Protestó sin dejar de sonreír.
- Ya lo sé.
- ¡Pero siempre las guerreras se saludan antes del combate...! Le contesté.
Primer
asalto.
A modo de iniciar la pelea inclinó su cabeza a un costado y me ofreció su
cuello. Lo besé despacito pasando mi lengua por él, muy delicadamente. Luego se
volteó y nos dimos un beso apasionado. Estaba ardiendo. Sentía su lengua
enredada a la mía y su cuerpo que se me pegaba desesperadamente. Nos abrazamos
y por varios minutos continuamos en esa posición. De pronto su pierna izquierda
me enredó y caímos al suelo sin dejar de besarnos. Rodamos sin separar nuestros
labios hasta la pared. Yo dominaba la situación. Sentí sus pies descalzos que
se apoyaban en mis talones desnudos y me resultó una sensación electrizante.
Giré sobre ella y volvimos a rodar. Pero mi dominio físico no duró mucho. Para
mi sorpresa se sentó en mi estómago y sujetó mis manos en el suelo.
- ¡Esta vez te voy a ganar...! Me dijo.
Seguidamente me abofeteó. Mi sorpresa aumentó de nivel y comprendí que la pelea
había empezado. Su mano derecha castigó una y otra vez mi rostro hasta sentirlo
rojo y caliente. Sacudí mis piernas en el aire y luego de forcejear pude
tumbarla a un costado. Entonces me monté sobre ella y nos agarramos de los
cabellos. Fue una intensa prueba de dolor y comenzamos a rodar hasta terminar
debajo de una mesa. Yo permanecía acostada sobre Ana y en el forcejeo me
introduje entre sus piernas frotando mi vientre contra el suyo. Por unos
instantes mi adversaria cerró sus ojos como si gozara. Pero luego reaccionó y
tirándome de los pelos me hizo rodar para ubicarse encima. Ella abrió mis
piernas y también frotó su vientre con el mío. Me tenía dominada y me besó con
tanta violencia que sentimos chocar los dientes ruidosamente. Momentos después
se levantó dejándome muy turbada.
El primer asalto había sido ganado por Ana. Ella en forma inexplicable gateó
hasta la pared, me incorporé y la seguí. La tomé del talón y la atraje hacia
mí. Fui muy rápida, logré sorprenderla y la monté sobre su cintura
sosteniéndola boca abajo. La tenía bien sujeta, dirigí mi mano hacia el botón
de su jean y se lo desprendí. Sumergí mi mano hasta tocar sus vellos íntimos y
me di cuenta que no tenía bikini. Eso me excitó y me distraje. Ella aprovechó
el momento de confusión para escapar, pero en el intento forcejeamos y me quedé
con su short en la mano. Fue apenas un ensayo de fuerzas para los largos y
agotadores asaltos que vendrían.
Combate
de dos horas.
Ana se sentía victoriosa. Lucía como una adorable gladiadora y me invitó a
seguir la pelea en el living. No lo dudé, me quité la minifalda, y mi bikini.
Luego de desafiarnos comenzamos a girar en círculos. De pronto Ana se me
abalanzó. Nos abrazamos y nos agarramos las nalgas. Nuestros vientres chocaron,
luego lo hicieron las vulvas y comprendí que estaban ansiosas por juntarse. Ana
me levantó la remera y se lo permití. Me la sacó y la tiró sobre sofá. La tomé
de los pelos y le quité la suya. Luego nos separamos respirando con agitación.
- ¿Quieres descansar..? Me preguntó y le respondí negativamente.
Las dos estábamos completamente desnudas con los pezones endurecidos. Gruesas
gotas de sudor rodaban por nuestra piel y era excitante verlas caer
concentradas en nuestras selvas femeninas. Estábamos enfrentadas de mujer a
mujer y la tensión era de alto voltaje. Ana volvió a atacar primero pero esta
vez con más violencia. Nos tomamos de los pelos y forcejeamos un rato hasta
caer sobre la alfombra. Comenzamos a rodar una y otra vez hasta que Ana quedó
sobre mí. Me había dominado y me besó con violencia. Agité mi cuerpo al máximo
y nuevamente volvimos a rodar. Nuestra piel estaba totalmente mojada de sudor y
de excitante transpiración femenina. Estábamos exhaustas y decidimos hacer una
pausa. Recuerdo que bebimos jugo de naranja bien frío y nos sentamos en el sofá
sin decirnos nada. Sólo nos mirábamos fijamente como si estuviéramos estudiando
el cuerpo de la otra. En determinado momento me levanté para dejar mi vaso
sobre una mesa y al pretender encender un equipo de música. Ana estiró su pierna
trabando las mías y caí al suelo desconcertada. Sin darme tiempo a nada, ella
se arrojó sobre mi espalda. Me tomó de los pelos y me los estiró con violencia
hacia atrás, haciéndome levantar la cabeza. Esta vez mi contrincante se había
vuelto una gata salvaje. Grité de dolor, y por unos minutos estuve
inmovilizada. No sé de qué manera dejé caer mi cuerpo a un costado y con él a
Ana. Subí sobre ella y nos tomamos nuevamente de los cabellos y comenzamos a
rodar. Por largo tiempo estuvimos así. Peleábamos y descansábamos alternando
triunfos y derrotas. De pronto se me ocurrió mirar la hora y quedé sorprendida
cuando las agujas del reloj me indicaron que eran las 6 de la tarde. Tres horas
luchando y aún queríamos seguir castigándonos. Ana se levantó y caminó hasta
una escalera mirándome de forma desafiante. La seguí pero cuando me acerqué me
abofeteó. Le devolví el golpe con uno más fuerte. Y ella también me lo
devolvió. Luego corrió y comenzó a subir la escalera. Pero en el cuarto escalón
aproximadamente la detuve tomándole de la pierna y haciéndola caer. Se liberó y
se dio vuelta. Me acosté sobre ella y la besé con violencia. Estábamos muy
apretadas "pecho contra pecho y sexo contra sexo", con las vulvas
completamente humedecidas. Forcejeamos tratando de dominar a la otra, hasta que
Ana pudo desprenderse y siguió corriendo escaleras arriba La seguí y la volví a
detener apenas hubo dejado el último escalón. Nos tomamos de los pelos y
comenzamos a forcejear hasta chocar con una puerta. Ana liberó una mano y la
abrió. Entramos a un dormitorio estirándonos los cabellos hasta caer en la
amplia cama King Size. Rodamos en ella una y otra vez hasta que la monté y pude
dominarla sujetándole sus muñecas. Luego me introduje entre sus piernas y froté
una vez más mi vagina con la de ella, hasta enredar nuestros vellos. Al mismo
tiempo le mordisqueaba suavemente los pezones. El resultado no se hizo esperar.
- ¡Ganaste...!! ¡Hagámonos el amor, que no aguanto más...! Agregó Ana, casi
gritando completamente agitada.
- ¿Seguro que te rindes...? Le pregunte con soberbia.
- ¡Sí...! Basta por favor...!
- ¿Quién es la mejor...?
- ¡Tu...! Respondió con resignación.
Yo estaba fascinada por haber ganado la pelea y en el momento que mi adversaria
reconoció su derrota, experimenté una alegría sin límites. Entonces dejamos de
luchar y nos amamos. Gritamos de placer hasta que explotamos en un orgasmo tan
violento como nuestra pelea. Nos abrazamos y besamos por un buen rato. Ana
había perdido y tuvo que lamer mi sexo por largo tiempo. ¡Es la Ley..! Luego yo
también se lo hice, pero fue voluntario. Aquello alcanzó niveles muy fuerte.
Estuvimos luchando tres horas y haciendo el amor por otras dos. Cuando
terminamos arreglamos todo y pusimos orden en las cosas. Quedamos en repetir la
pelea y todo lo que viene con ella....Naturalmente prometí que volvería a
vencer. Al volver a mi casa reflexioné sobre lo que me sucedía con Ana y pensé
que tal vez nos estábamos convirtiendo en adictas a la "lucha
sensual". ¡Qué hermosa adicción..!. Esa noche dormí relajada y satisfecha.